Imperativo Categorico
Los
regímenes monárquicos lanzaron contra sus súbdi-
tos
un alud de adscripciones imperativas emitidas
por
los predicadores religiosos, los voceros públi-
cos
y los profesores universitarios, quienes com-
pitieron
en la composición de diversos sermones
edificantes,
máximas morales y recomendaciones
prudentes
para guiar y reglamentar la conducta de
los
ciudadanos. En estos discursos, las exigencias
morales
sui generis estaban al mismo nivel que las
reglas
de sagacidad, cambiantes según el tiempo o
la
situación. Las prédicas eclesiales, las reglas de
piedad,
los consejos tocantes al bienestar o las rece-
tas
de salud emanaban de órdenes autoritarias y se
imponían
como deber a los súbditos.
Así,
la originalidad de la ética kantiana se determi-
na
por tres razones: el universalismo, la alta apre-
ciación
de la autonomía del individuo y el estricto
desinterés.
Sólo estos principios pueden defender al
ser
humano del orden dominante dirigido a su uti-
lización
y explotación.
“obra
sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo
tiempo
que se torne ley universal”
“obra
de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la
persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiem-
po
y nunca solamente como un medio”
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