Proceso de Mestizaje en Venezuela
Los estudios genéticos
están confirmando que Venezuela es un país de mestizos, percepción
que está presente en la población general desde la época colonial,
cuando fue alertada por el libertador Simón Bolívar en su Discurso
de Angostura, de 1819 (Bolívar, 1913), y permite explicar que los
registros civiles en Venezuela nunca han producido información
censal sobre razas, como todavía se hace en otros países
americanos.
En el pensamiento de
venezolanos notables que contribuyeron a forjar la historia reciente
del país, el tema del mestizaje es abordado anunciando una idea que
es constante: Venezuela es un país que llega
al siglo XXI aceptando
el mestizaje fecundo que lo ha hecho un país pardo. Luis Moreno
Gómez (1987) lo afirma sin titubear: Venezuela es parda, parda en la
piel, parda en la mente y en la vida social. Esta aceptación de su
carácter mestizo es reiterada en los planteamientos relativos al
mestizaje que, desde Simón Bolívar hasta Arturo Uslar Pietri,
conciben a los venezolanos como un nuevo
tiempo, como una
construcción novedosa y única en el contexto latinoamericano.
En la Carta de
Jamaica, de 1815 (Bolívar, 1964) y en el Discurso de Angostura, de
1819 (Bolívar, 1913), Simón Bolívar decía que los venezolanos son
una especie nueva, que no es aborigen, ni espa-
ñola, ni africana,
pero, eso sí, americanos por nacimiento y europeos por derecho. Así
mismo, Gil Fortoul (1956), al referirse a la confluencia de razas que
acarreó la desaparición de las poblaciones aborígenes, anuncia que
el hombre que predomina en Venezuela es de una raza mezclada
perteneciente a una nueva nacionalidad, a una nueva familia que se
formó con los tres elementos étnicos que
integraron la raza
conquistadora y la raza conquistada, y que del mestizaje emerge un
carácter nacional con nuevos ideales y un nuevo espíritu. Por su
parte Salas (1971) se refirió al mestizaje calificándolo como una
amalgama de razas y anunció que los espa-ñoles al unirse a los
aborígenes formaron un
nuevo tipo humano que
es la corona del génesis. Vallenilla Lanz (1953, 1961) menciona que
la mezcla de españoles, indios y negros dio origen a una raza nueva
completamente mestiza que formó un pueblo inteligente, enérgico y
uno de los más revoltosos de América Latina. Así mismo, Siso
(1953) des-
taca el papel que tuvo
la encomienda de indios para ubicar los derroteros que tuvo el
mestizaje desde la época colonial; primero, buscó en la vida
privada de los encomenderos las uniones que establecieron por
concu-binato con las indias y, luego, describió cómo los
descendientes de estas uniones se
multiplicaron en una
segunda etapa de mestizaje que integraba sin dificultades a las
esclavas negras que trabajaban en las haciendas. Su interés fue
mostrar cómo ese incesante, variado y heterogéneo intercambio
sexual impulsó un mestizaje tan particular, que dio origen en una
misma familia a personas de todos los colores, y que este hecho
contribuyó a la formación de una nacionalidad específica y propia,
que distingue a Venezuela de otras naciones hispanoamericanas.
Finalmente, Uslar Pietri (1966, 1990) da cuenta de la expresión más
acabada en la historia de las ideas sobre el tema del mestizaje
venezo-lano. Afirma que ese gran encuentro entre colonizadores
españoles, aborígenes y africa-
nos impulsó un nuevo
rumbo, un hecho nuevo que penetró todos los ámbitos de la cultura,
incluyendo las ideologías, la literatura y el arte. Explica que
desde el primer día de la conquista, españoles e indios ya no
fueron los mismos, y que los negros que llegaron después tampoco
siguieron siendo lo que ha-
bían sido en África,
porque ese encuentro creó un nuevo color de piel y una adaptación
biológica, cultural y social sin precedentes. Concluye que los
venezolanos son representantes de un mestizaje único porque
pertenecen a la civilización occidental y al Tercer Mundo, porque
tienen vínculos naturales con África y Asia y porque llevan por
dentro como característica fundamental la vocación
del mestizaje.
La ideología del
mestizaje, esbozada en el pensamiento de los autores que han
contribuido a reconstruir la historia reciente del país, es el
sustrato de una bandera política que ha sido enarbolada a lo largo
del siglo XX. Se trata de la democracia racial, según la cual, el
color de la piel no es razón para que existan prejuicios o
discriminación entre los venezolanos.
La práctica de la
democracia racial asume que Venezuela es un país de blancos,
catires, morenos o pardos, trigueños, negros e indios; que no
existen dicotomías o tipologías tajantes para diferenciar
a las personas, porque
el color de la piel presenta una infinita variedad de matices que se
aclaran o se oscurecen en una gama multicolor. Cada familia por más
blancura que ex-
pongan sus integrantes
tiene su negro, su moreno o trigueño en algún pariente, y éste
para nada es rechazado, sino querido y consentido por familiares y
amigos. Nadie en Venezuela puede aseverar que es blanco puro, todo el
mundo tiene una gota de negro, porque los venezolanos son color “café
con leche”, como lo aseguró en 1944, el poeta Andrés Eloy Blanco
(citado por Wright, 1990).
En razón de la
educación democrática que siempre propició el igualitarismo a lo
largo del siglo XX, entre los venezolanos predomina un rechazo a
reconocerse a si mismos como racistas y esa es una actitud que ha
sido descrita como “racismo vergonzante” (Briceño León et al.,
2005).
En consecuencia, la
exclusión en Venezuela no proviene de posiciones racistas sino de
posiciones clasistas, es decir que el marcador más importante para
definir diferencias y exclusiones es la clase social.
Es cierto que existe
un ansia de blanqueamiento; es cierto que puede existir un racismo
solapado o representaciones cognitivas de un racismo oculto en una
sociedad que se dice no racista (Montañés,
1993), pero la
descalificación o el prejuicio sugeridos por el color de la piel no
es causa para el odio, el conflicto o la persecución, hechos que sí
son promovidos por el ejercicio de la política o la carencia
fundamental que lleva a todas las formas de pobreza.
Es pertinente ahora
recordar el punto de vista planteado por Bermúdez (1998) sobre el
tema, al señalar que “El racismo requiere de un marco jurídico
desigual y excluyente. La discriminación social es por el
contrario, una
respuesta cultural a la coexistencia de dos o mas grupos étnicos que
se disputan un espacio determinado... En una sociedad plural como la
venezolana, en la que coexisten treinta y dos grupos indígenas,
portugueses, colombianos, ecuatorianos, peruanos, chilenos,
argentinos, dominicanos, italianos, españoles, alemanes, árabes,
judíos, canarios, haitianos, chinos, japoneses, negros que son
venezolanos antes que negros y mestizos de todos los colores, la
diferencia crucial que persiste entre los que son venezolanos y los
que no lo son es que el español, el indio y el negro formaron antes
que llegaran las oleadas migratorias procedentes de otros países, el
embrión del ser venezolano”.
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