1,2,3 y 4

1/4 Definiendo Sociedad

La constatación de que las mayorías humanas están tomando conciencia, aceleradamente, de su condición de individuos con derechos, incluyendo el de luchar directa e inteligentemente por defenderlos, reconforta porque es la condición para que la Historia sea superada, con todas sus prácticas degradantes y excluyentes.
En vez de las sociedades piramidales, autocráticas, despojadoras, saqueadoras, depredadoras y letales, que han diezmado, dominado, afrentado y esquilmado durante el imperio de la Historia a las mansas, sabias, productivas, lúcidas, armoniosas, respetuosas con la Naturaleza, autosuficientes y lúdicas, sobrevivientes durante cientos y hasta miles de años a tanto atropello y persecución; éstas sociedades despreciadas serán la guía proveída por la experiencia para mantener una vida comunitaria digna, respetuosa del medio ambiente, sustentable, igualitaria, que facilite que cada ser le saque a su existencia el máximo provecho, contando con todos los medios necesarios para hacerlo, suministrados por la sociedad.
Desde luego, no podemos ignorar que algunas de esas sociedades ancestrales “precapitalistas” conservan prácticas -que les corresponde superar a sus propios miembros y no a poderes externos de corte moralista- consideradas
intolerables a la luz de las conquistas en derechos humanos para cada individuo, alcanzadas a partir de las banderas de libertad, igualdad y fraternidad agitadas por la Revolución Francesa, ahora consignadas para todas las personas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Aunque la libertad, la igualdad y la fraternidad no se respetan cabalmente, y se pisotean abiertamente en muchas partes, siguen siendo un ideal universal que estamos objetivamente en condiciones de hacer realidad si la Humanidad triunfa sobre los decrépitos pervertidos que la condenan a la miseria en medio de la abundancia, y que se empeñan en acabar con la biosfera.
Cínicamente proceden -a nombre del sagrado derecho a la propiedad monopolista- los bandidos de cuello blanco que expropian a las mayorías, perversa y abusivamente, sin contemplación para las víctimas y con plena impunidad para los criminales.
A nombre de la propiedad privada, privan legalmente a las mayorías de propiedad, lo cual rebaja su condición humana, al tiempo que destaca el carácter nefasto de los beneficiarios de semejantes abusos. Son auténticos estorbos para la felicidad común al negarles a las mayorías el disfrute de las conquistas de la especie, para que unos cuantos sicópatas satisfagan sus ansias de poder y de riqueza mientras acaban con todo y desatan la guerra mundial.
Es hora de que las grandes conquistas de la civilización sean puestas al servicio de la dignidad de la Vida, en vez de seguir permitiendo que, mediante argucias legales, convenciones sociales y supersticiones inculcadas por la violencia y la ignorancia, se las apropien y las degeneren unos potentados detestables, ambiciosos e insensibles, empeñados en destruir la biosfera a un ritmo vertiginoso que, por desgracia, todavía supera el del despertar de las multitudes capaces de impedir que los enemigos comunes continúen y coronen su labor mortal.
Quienes estamos vivos tenemos la gran responsabilidad de salvar el Mundo, aunque suene petulante.

2/4 Valor de la Verdad

Sabemos a ciencia cierta que todos los políticos son corruptos, porque si no lo fuesen -si fuesen decentes como los ingenuos que los eligen o los apoyan porque han creído que son honorables- jamás alcanzarían las posiciones de poder que ostentan, o por las que luchan denodadamente, usando todas las armas, sobre todo las más ruines.
Su desmedida ambición por los negociados que son inherentes al ejercicio del gobierno, los induce a pensar que vale la pena traicionar a sus semejantes para ponerse al servicio de quienes nos degradan a todos mientras, al título de actividad económica rentable que le dan a sus saqueos, amenazan la sostenibilidad de la Vida en la Tierra.
Esto siempre ha sido así en todas las sociedades jerárquicas imperantes en la Historia. Pero siempre lo han tratado de ocultar las autoridades y los politiqueros de los que suelen hacer parte, llegando a asesinar a quienes osasen revelarlo.
Por fortuna, con este arrollador desarrollo de las fuerzas productivas que estamos viviendo, el sistema está demostrando su caducidad. Ya no es capaz de contener al monstruo científico y tecnológico engendrado por la laboriosidad humana, que es el parricida y el matricida con el cual le hemos de dar sepultura para remplazarlo por otro más acorde con la dignidad, a medida que el patrimonio común se lo apropian más seres humanos, solidaria y contundentemente.
La superación de la Historia que ha dado lugar a tantas barbaridades, sufrimientos e iniquidades para alcanzar los niveles de desarrollo actuales, será una realidad en la medida en que las mayorías se sumen a la lucha global contra lo enemigos comunes, como ciudadanos con derechos inalienables que nadie les puede arrebatar legítimamente; aunque siempre se los han arrebatado, sin miramientos de legalidades, las clases dominantes en las sociedades caducas y moribundas.
No obstante, en su creciente agonía los potentados insisten en exacerbar sus perversiones para mantener sumidas a las mayorías en la ignominia mientras ellos disfrutan de privilegios e impunidades intolerables, como las de los banqueros ladrones que despojan a los ciudadanos de sus hogares cuando para sí mismos reservan fortunas inmensas y placeres delicados y costosos.
Para salirse con las suyas cuentan con la inmensa mayoría de los gobernantes en todos los países, y con los servicios de muchos ciudadanos que no hallan otra manera de ganarse el sustento más que trabajando para quienes monopolizan el poder y la riqueza.
Sin embargo -a diferencia de los polítiqueros que son lagartos irredentos, voluntarios, codiciosos y entusiastas traidores al pueblo del que provienen-, muchos empleados, esbirros y sirvientes de los potentados siguen perteneciendo al pueblo, a ese 99% conformado por las mayorías.
Y son fieles a su origen. Aunque trabajen para los enemigos comunes, no dejan de solidarizarse con sus víctimas, pues las reconocen como iguales a sí mismos, y están dispuestos a demostrarlo oportunamente, denunciando y combatiendo a los sicópatas que nos victimizan a todos.
Es lo que inició Julian Assange con Wikileaks. Y que tan bien supo aprovechar el ejemplar y valiente ciudadano global, Bradley Manning, un auténtico héroe, pionero de la Aldea Global y vanguardista de la lucha eficaz contra las lacras que nos suplantan. Gracias a su ejemplar integridad, aportó documentos suficientes para desenmascarar la bajeza de los politiqueros que posan de representantes de los pueblos.
Tal tendencia liberadora ha seguido con revelaciones tan importantes como las de la relación de cuenta habientes en los paraísos fiscales hechas por algún funcionario bancario.
Desde luego, el aporte de Edward Snowden al desenmascarar las actividades de espionaje sobre la población mundial ejercidas por el gobierno usano, representa un salto de magnitud inmenso, digno del agradecimiento incondicional de todos los seres que aspiran a ser libres y no renuncian a su dignidad ni a su igualdad con los demás.
Sin duda, ha de servirles a quienes defienden la Verdad, de verdad y no como mera postura hipócrita pero necesaria en estas sociedades viles, imitadoras y admiradoras de la desgraciada USA…
El valioso y valiente aporte de Snowden es una inspiración para todos los que conocen información sobre crímenes de los potentados a quienes sirven como lacayos sin criterio, y cuya difusión permitiría evitar que sigan impunes haciéndoles daño a los demás. Así se fortalece la causa de las mayorías y se debilita mortalmente la de los enemigos comunes, que tan acelerados vienen con sus macabros designios.
Prueba el digno ex empleado de la CIA, sin lugar a dudas, que la ejemplar democracia que sería USA, a juzgar por la auto publicidad que se hace insistentemente, no es más que una dictadura despiadada ejercida contra todo el Mundo por los grandes potentados de la CoG, quienes son los que realmente ejercen el gobierno de la gran colonia sionista en América.
Éstos, además de los masones herederos de los padres fundadores, los conforman los sionistas banquero petrolero mineros, constructores de infraestructuras enormemente ecocidas, traficantes, envenenadores y depredadores de la biosfera, y los wasp que los secundan en su subyugación de las mayorías y en todas sus demás fechorías.

3/4 El tigre de papel

Sin atenuantes, es un crimen contra la Humanidad el espionaje orwelliano a todos los miembros de la Aldea Global ajenos a los usanos.
Si hemos de creerles a los títeres que dan la cara en el gobierno de USA, sus propios ciudadanos no habrían sido víctimas de tal espionaje. Pero, además de increíble, es un detalle irrelevante cuando sabemos que desde el auto atentado del 11-S se han dedicado a arrebatarles sus derechos civiles y políticos a los usanos normales (los que no son potentados ni sus lacayos), mientras fortalecen las fuerzas de los civiles armados, agazapados, muchos de ellos, en la Asociación Nacional del Rifle.
La excusa es el combate al terrorismo, pero no hay dudas de que el verdadero objetivo es reducirlos por miedo, humillarlos y despojarlos de sus conquistas. Inclusive de las económicas, como sucedió con el desahucio de casas a raíz de la burbuja inmobiliaria.
Al fin y al cabo, se sabe que los pocos terroristas que han actuado en su territorio han sido hasta entrenados por las mismas fuerzas oscuras de USA, lo mismo que reconocidos previamente por las autoridades. Éstas no los detienen oportunamente para que puedan cometer sus atentados, que tanto conmueven a los ingenuos y cobardes ciudadanos que aún creen en el sistema.
En estas circunstancias, es obvio que la solidaridad con la Humanidad y la Vida demostrada por estos héroes que se han esmerado por denunciar las prácticas y los crímenes de los enemigos comunes, representa una vía de combate altamente eficaz y al alcance de muchos.
Su lucha es incruenta pero demoledora, pues pone de manifiesto la catadura criminal de los gobiernos, en particular del de USA, que posa de modelo para las democracias de occidente aunque sus violaciones a los derechos humanos y a la biosfera -que son una constante en su discurrir como nación artificial, carente de unidad y tradiciones propias, edificada por inmigrantes sobre los cadáveres de los habitantes originarios- superan los de muchas dictaduras repugnantes.
Entre muchas canalladas más, así lo demuestran el arrasamiento del propio territorio tanto como las invasiones unilaterales a países o las cárceles para presuntos terroristas, que han establecido alrededor del globo y que en el caso de Guantánamo no deja de escandalizar al Mundo tanto como de demostrar la condición de títere impotente ostentada por el arrodillado Barack Obama, incapaz de cumplir sus promesas electorales pero presto a satisfacer las demandas de los potentados acordando con Angela Merkel los pasos a seguir, u obedeciendo directamente lo que le ordenen los presidentes de las grandes corporaciones.
Mediante las denuncias ciertas, documentadas, abundantes e irrefutables –y con similares medidas incruentas surgidas de la creatividad del pueblo- lograremos vencer a los potentados que avanzan en la consolidación de su oprobioso Nuevo Orden Mundial, pero que dependen absolutamente de la colaboración de los ciudadanos comunes y corrientes para consolidar sus crímenes.

4/4 El Poder Popular

Afortunadamente, la disposición de lucha está claramente manifiesta en los pueblos a partir de la auto inmolación de Mohamed Bouazizi en Túnez, en diciembre de 2010. Las protestas femeninas recientes contra la represión teocrática demuestran y confirman que las ansias de libertad siguen vigentes, tanto en Túnez como en Rusia; y se extienden por todo el Mundo.
Pero debemos aprender a dar golpes certeros sin arriesgar inútilmente las preciosas vidas de ningún miembro del pueblo. Pero, también, sin cobardías ni temores a dar la propia vida si la causa puede avanzar mediante semejante sacrificio.
Así han procedido los ejemplares tunecinos, libios y egipcios que dieron al traste con sus respectivas dictaduras, aunque aún siguen sin establecer estados democráticos, necesariamente laicos y horizontales, donde cada uno valga lo mismo que el otro, y nadie más que nadie. Donde las decisiones sobre los asuntos públicos sean tomadas por todos los interesados en el bien común, y las necesidades de la población sean atendidas por instituciones idóneas controladas por sus usuarios.
Ese fue el mismo camino que pretendieron seguir Bahrein y Yemen, pero allí no lograron vencer la represión de los gobiernos, y es poco lo que se dice de ellos desde hace meses. También lo ha seguido Siria, donde la lucha lleva más de dos años, volviéndose cada vez más turbia debido tanto a la intransigencia del genocida gobernante como a la contaminación introducida por los intereses de los grandes monopolios y los gobiernos que les sirven incondicionalmente.
Ahora es Turquía, hostigada por un gobernante arrogante, intolerante y teocrático, la que ha tomado las banderas de la Revolución Mundial.
Sin duda, ésta encuentra en los habitantes laicos de los países islámicos un baluarte enorme, debido a la urgente y vital necesidad que tiene la población de librarse de las teocracias que asfixian sus vidas y les roban sus derechos a nombre de estrictas, arbitrarias y discriminatorias morales, supuestamente incontrastables e irrebatibles, cuyo cuestionamiento consideran un delito quienes se rigen por tales criterios inhumanos, pero que presentan como si fuesen divinos.
Desde luego, estos países islámicos apenas son una parte de las sociedades decadentes imperantes en la agónica Historia, que todos estamos obligados a superar contribuyendo a esa Revolución Mundial capaz de cambiar radicalmente los regímenes piramidales y despóticos dominantes en ese período antropológico, tan brutal como necesario y fructífero.
O establecemos un nuevo ciclo humano basado en la igualdad, la libertad y la fraternidad; o perecemos junto a los decrépitos potentados que se niegan a respetar la Tierra multiplicando sus agresiones a los ecosistemas y extinguiendo especies al por mayor, con vistas a precipitar el Fin del Mundo.
Su estrategia criminal, disfrazada de virtud y fe sublime e incondicional, está claramente delimitada en los libros sagrados de los sionistas, que nutren a judíos, cristianos y musulmanes y propenden por el Juicio Final como un compromiso con su dios.
De ninguna manera se trata de imponerles creencias ni de rebatir las que ellos tienen. ¡Allá ellos!
Simplemente, no podemos permitir que sus creencias se las impongan al resto de la Humanidad, afectando hasta la biosfera y negándonos el gloriosos futuro que estamos en condiciones de obsequiarnos multitudinariamente si superamos el egoísmo enfermizo y ruin propio del mercantilismo histórico y de las ideologías que lo nutren.
En consecuencia, es indispensable establecer sociedades laicas y planas, donde nadie valga más que nadie, por creyente o ateo que se declare. Donde todos respeten y sean respetados, por el mero hecho de existir.
Por iluminado o suicida o torpe o ágil o estafador, o por lo que sea; nadie puede suplantar a nadie ni obligarnos a admitir sus creencias. Pero es lo que pretenden usualmente los creyentes.
“Creen”, o sea, están convencidos –sin ninguna duda, sobre toda razón y contra cualquier derecho y convicción ajenos- de que sus dogmas e ilusiones les dan el privilegio divino a despreciar y hasta extinguir a quienes no compartan su fe.
Desde luego, esa no puede ser la guía para establecer la Sociedad Democrática Global, respetuosa de todas las culturas pero garante, fundamentalmente, de las prerrogativas inalienables de todos los individuos gracias a la vigencia incondicional de los Derechos Humanos para todos.
La guía verdadera y eficaz para superar la aterradora Historia y el Nuevo Orden Mundial con que agoniza, es la que admite el respeto integral e incondicional a esos derechos como fundamento de la convivencia y la solidaridad en las sociedades planas u horizontales, que han de marcar el futuro y que sólo podremos construir deshaciéndonos de los impostores que nos suplantan, nos subyugan y nos exprimen.
Esto es, ejerciendo la democracia verdadera a todos los niveles de nuestra existencia como ciudadanos, desde el ámbito local donde transcurre nuestra cotidianidad hasta el regional, el nacional y el global, pues todos tenemos intereses que tenemos derecho a defender en todos los niveles de convivencia humana.
No sólo son los turcos ni los sirios, no se limita a los países de la Primavera Árabe. No corresponde sólo a los griegos, los irlandeses, los ejemplares islandeses, los portugueses o los españoles. No nos compete sólo a los colombianos, a los argentinos, a los venezolanos, los chilenos, los peruanos… o a los angoleños, a los malienses, a los etíopes, o a los coreanos o a los chinos o a los rusos…
¡La revolución es mundial, y tiene que ser ya si queremos evitar que los enemigos comunes cumplan sus planes apocalípticos!
Es hora de empezar a precisar los objetivos que nos planteamos para derrotar el Nuevo Orden Mundial y establecer esa Sociedad Democrática Global que ha de vencerlo y remplazarlo.
Dichos objetivos universales o “globales”, tanto como los locales y los nacionales, han ser concertados por las mayorías conscientes teniendo como fundamento el respeto a la diversidad cultural de los pueblos y naciones, siempre y cuando no violen los derechos humanos y de la Madre Tierra, tanto como los de las especies a las que da Vida.
No es un asunto de romanticismos tontos sino de supervivencia digna, abundante y lúcida. Y nos compete a todos.

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