1994-2014


 Evolución: Esta aceleración suele dramatizarse con el simple relato del progreso en los transportes . Se ha observado, por ejemplo, que, en el año 6000 a. de J.C., el medio más rápido de transporte a larga distancia era la caravana de camellos con una velocidad media de doce kilómetros por hora. Sólo en 1600 a. de J.C., con el invento del carro, se elevó la velocidad máxima a unos treinta kilómetros por hora. Tan impresionante fue este invento y tan difícil de superar esta velocidad tope, que, 3500 años más tarde, cuando empezó a funcionar en Inglaterra el primer coche correo, en 1784, éste sólo alcanzó un promedio de dieciséis kilómetros por hora.


La primera locomotora de vapor, fabricada en 1825, alcanzó una velocidad máxima de veinte kilómetros, y los grandes barcos de vela de la época navegaban a menos de la mitad de esta velocidad. El hombre tuvo que esperar hasta la década de 1880 para conseguir, gracias a una locomotora de vapor más avanzada, la velocidad de ciento cincuenta kilómetros por hora. La raza humana necesitó millones de años para alcanzar esta marca.

Sin embargo, bastaron cincuenta y ocho años para cuadruplicar este límite, ya que, en 1938, los aviadores superaron la barrera de los 600 kilómetros por hora. Al cabo de otros veinte años, se duplicó este límite. Y, en los años sesenta, aviones cohete alcanzaron velocidades próximas a los 6.000 kilómetros, y cápsulas espaciales circunvolaron la Tierra a más de 35.000 kilómetros por hora.


Esta aceleración progresiva coincide con la participación activa de la mujer en la vida pública y la senilidad del patriarcado. Todo a la vez.

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