Drummond


La noche se bajó.
Que noche!
Ya no veo a mis hermanos.
Y ni tan poco los rumores que antes me abrumaban.
La noche se bajó.
En las casas, en las calles donde se combate, en los campos desfalecidos, la noche se extendió el miedo y la total incomprensión.
Cayó la noche.
Tremenda, sin esperanza...
Los suspiros acusan la presencia negra que paraliza los guerreros.
Y el amor no se abre camino en la noche.
La noche es mortal, completa, sin reticencias,
La noche se disuelve los hombres, dice que es inútil sufrir,
La noche se disuelve las patrias,
Borró los almirantes brillantes! En sus uniformes.
La noche oscureció todo... el mundo no tiene remedio...
Los suicidas tenían razón.
Aurora, sin embargo yo te auguro, todavía tímida,
Inexperto en las luces que vas a ascender
Y de los bienes que repartirás con todos los hombres.
Bajo el húmedo velo de cólera, quejas y humillaciones,
Adivino que te subes, vapor róseo, expulsando la oscuridad nocturna.
El triste mundo fascista se descompone al contacto de tus dedos,
Tus dedos fríos, que aún si no marcaron
Pero que avanzan en la oscuridad
Como una señal verde y categórico.
Mi fatiga encontrará en ti su palabra,
Mi carne tiembla en la certeza de tu venida.
El sudor es un aceite suave,
Las manos de los sobrevivientes la enredadera
Los cuerpos mudos adquieren una fluidez,
Una inocencia, un perdón sencillo y suave...
Vamos de amanecer. El mundo se tiñe
Con las pinturas de la antemanhã
Y la sangre que fluye es dulce,
De tan necesario
Para colorear tus pálidas mejillas, Aurora.

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