eL CUERPO LESBIANO



Hace un tiempo m/e encuentro entre tus manos rápidamente operada. 
El escalpelo hábilmente manejado por tus manos adorables ha cortado separado los músculos. Y/o soy una tela de araña de nervios casi igual a los dibujos de los manuales de anatomía. Tú dices querida m/ía que m/e ves a través de m/L Tú m/e describes el agua goteando de las hojas del árbol e inluso la forma que tienen e incluso el color . Llueve dentro de m/í, es una música que pocos oídos femeninos han podido escuchar así. Perdona si m/e río. excita excita prodigiosamente esta lluvia mientras que tú con lo más fino de la punta de tus dedos m /e tocas insensatamente. m/e tocas en m/is nervios braquiales en m/is circu nflejos en m/is cubitales en m/is radiales en m/is terminaciones. a vosotras todas debo deciros que eso es lo más exquisito. m/e siento acariciada en m/is faciales en m/is maxila­res.

en este punto estallan en m/l trombas de luz, y/o no sé si es la tempestad ahí afuera o son mensajes de m/i cerebro de m/is ojos que y/o no puedo abrir. centenares de globos naranjas por segundo salen y se precipitan en ellos, la intensidad es demasiado fuerte , y/o creo que y/o no puedo resistirla, y/o m/e desvanezco, pero no antes de que sean alcan7.ados m/is safenos, quién lo hubiera creído m/i Safo, no antes de que m/is grandes ciáticos se muevan o de 'que m/is nervios tibiales se sobrecojan de espasmos
incontrolables, no antes de que y/o diga no sé con qué nombre llamarte a ti que en este momento posas tus dos manos sobre m/is plexos braquiales.

 Tus muslos aprietan mlis flancos. Y lo estoy cubierta de sudor. El olor de mli pelo raso se esparce. Y lo siento deslizarse tu piel desnuda sudorosa . Tus brazos mi e sujetan por el cuello. Tus senos tu vientre están sobre mli espinazo. M /i piel es invadida de sobresaltos. Tu palpas mis músculos con tus anchas manos, tú mle dices ooh dulcemente dulcemente. Y lo mle quedo inmovilizada con mlis orejas y m/is narices temblorosas.

Pero tú feroz llena de alegría m/emantienes contra ti, aprietas m/i espalda con tus amplias manos,
tú m/e tranquilizas, tú apoyas tu vulva contra m/i vulva, y/o m/epongo a latir en m/is párpados a latir en m/i cerebro a latir enm/i tórax a latir en m/i vientre, a latir en m/i clítoris mientras que tú hablas cada vez más de prisa estrechándo/m/e y estre­chándote y/o a ti estrechándonos con una maravillosa fuerza; la arena nos rodea el talle,

Nosotras descendemos en línea recta piernas juntas muslos juntos brazos entrelazados m/is manos junto a tus hombros m/is hombros sostenidos por tus manos pecho contra pecho boca abierta con boca abierta, nosotras descendemos con lentitud. La arena se enrosca alrededor de los tobillos. de pronto alcanza las pantorrillas. Es a partir de este momento cuando el descenso se enlentece. En el momento en que son alcanzadas las rodillas, tú vuelves la cabeza, y/o veo tus dientes, tú sonTÍes, más tarde m/e
miras, m/e hablas sin cesar. La arena presiona ahora a la altura de los muslos.

Si alguien pronunciara tu nombre creo que m/is orejas caerían pesadamente al suelo, y/o siento que m/i sangre va calentáandose dentro de m/is arterias, y/o percibo de pronto los circuitos que va irrigando, un grito m/e llega desde el fondo de m/is pulmones hasta hacer/m/e estallar, y/o siento contenerlo a duras penas, m/e convierto bruscamente en el lugar de los más sombríos misterios, un escalofrío recorre m/i piel a la vez que se cubre de manchas, y/o soy la pez que quema las cabezas enemigas, y/o soy el cuchillo que corta las carótides de las corderillas recién nacidas, y/o soy las balas de los fusiles­ametralladoras que perforan los intestinos, y/o soy las tenazas al rojo vivo que atenazan las carnes, y/o soy el látigo trenzado que flagela la piel, y/o soy la corriente eléctrica que fulmina y tetan iza los músculos, y/o soy el bostezo que abre la boca, y/o soy la venda que cubre los ojos, y/o soy las ligaduras que sujetan las manos, y/o soy la mártir enfurecida galvanizada por las torturas y tus gritos se m/e llevan tanto más m/i amada cuanto tú los contienes. En este preciso instante y/o te llamo en m/i ayuda Safo m/i incomparable, da/m/e a millares los dedos que suavizan las llagas, da/m/e los labios la lengua la saliva que absorbe hacia el lento el dulce el e nvenenado país del que ya no se puede regresar.

Tú estás exangüe. Toda tu sangre arrancada con fuerza de tus miembros atados sale con violencia hacia las ingles la carótide los brazos las sienes las piernas los tobillos. Las arterias están burdamente seccionadas se trata de las carótidas las cubitales las radiales las temporales, se trata de las ilíacas las femorales las tibiales las peroneas, las venas al mismo tiempo se mantienen abiertas. Y/o tropiezo contigo, y/o no puedo mirarte, tu sangre m/e desvanece tu palidez m/e sumerge en la confusión la turbación la embriaguez. Así expuesta con tus labios descubriendo tus dientes tus ojos abriéndose y cerrándose a duras penas, tu resplandor anula el del sol. Un dulce silbido sale de tu boca.

Los dedos se abren para nadar extendidos de una a otra parte de los grandes cuerpos, se tocan se encuentran se enlazan, la ventana se abre brutalmente bajo el impulso de nuestros miembros flotando sobre una gran masa de líquido lácteo azulado; el agua asciende yodada translúcida, alcanza las más altas ramas de los últimos árboles visibles. cálida bate contra las piernas de las nadadoras, inmersa
hasta m/is orificios faciales y/o veo que la masa liquida no cesa de crecer con mucus en suspensión filamentos elásticos nacarados; los dorados los rojizos tienen ahora el mismo color y la misma consistencia que las nubes, la oleada ascendente desemboca en el cielo, adiós continente negro de miseria y de pena adiós viejas ciudades nosotras embarcamos hacia las islas brillantes y radiantes hacia las verdes citaras, hacia las negras y doradas Lesbos.

Descienden corriendo la colina, la mayoría de ellas llevan en sus brazos una monita blanca de grandes ojos grises y de orejas bien formadas. Algunas las llevan enganchadas del cuello con las colas enhiestas. Ellas profieren grandes gritos al pasar por debajo de los manzanos cargados de roja fruta. Las monitas se cogen con las dos manos a las frutas que se les dan. Sus ojos bizquean y miran acá y allá inseguras. Se forma un punto de reunión a uno y otro lado del río. Las de mi grupo interrogan en alta voz a las del tuyo. Vosotras debíais haber vuelto con las tórtolas salvajes de verde collar.

M/i clitoris, el conjunto de mlis labios, son acariciados por tus manos. A través de mi vagina y de mli útero tú te introduces hasta mis intestinos rasgando la membrana. Tú colocas alrededor de tu cuello mi duodeno rosa pálido veteado de azul. Tú desenroscas mi intestino delgado amarillo. Al hacerlo tú hablas del olor de mlis órganos húmedos, hablas de su consistencia, hablas de sus movimientos, hablas de su temperatura. En este momento tú tratas de arrancarmle los riñones. Se te resisten. Tú tocas mi verde vesícula. Y lo mle consumo, mle quejo, ylo caigo en un abismo, mli cabeza es arrastrada, mi corazón se m/e sube hasta los dientes, mle parece que mli sangre se ha secado en mlis arterias. TÓ dices, sin embargo que tú la recibes en grandes cantidades sobre tus manos. Tú hablas del color de mis órganos. y lo no puedo verlos.

Tus desnudos pies acarician los cálices de las anémonas al andar. Las becerras rosa parma blancas amarillas alcanzan tus pantorrillas algunas llegan hasta tus muslos. Dalias rojas fuego naranja amarillas llegan hasta tus hombros. Los iris violeta aplastados dejan largas estelas en el revés de tus brazos. Túavanzas por una avenida azul ultramar. Las abejas, los abejorros las mariposas ahuyentandas de las corolas que cogen tus manos al pasar, te rodean. Algunas mariposas azul pálido se posan sobre tu espalda sobre tus senos cubiertos de aceite de sándalo. Rayos de sol atravesando las copas de los árboles te acarician en tus labios en tus cabellos en tu vello pubiano provocando resplandores.

Desde hace largo tiempo que el reflejo de la luna sobre el mar ha dejado de percibirse.
Una débil luz blanca ligeramente azulada aplana todos los relieves de la isla confundiendo tierramar y cielo. Las cinco perras negras tumbadas de medio cuerpo en el agua sobre la arena empiezan a levantarse abriendo de par en par sus fauces sacudiendo su pelambrera, extendiendo sus patas con sus grandes orejas tiesas sobre sus cabezas. Los campos de trigo cuya última hilera crece en el mar no han sido segados, las manchas oscuras de las amapolas aparecen por doquier. Por tus labios entreabiertos se escapa el sonido de un canto modulado apenas audible.


Libro completo: https://drive.google.com/file/d/0B2PEW2jDwCL_OUg1TmNpd192TUk/view?usp=sharing

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