sIN FINES DE LUCRO mARTHA nUSSBAUM
Las artes y las humanidades desempeñan
una función central
en la historia de la democracia, pero
así y todo, muchos padres
en la actualidad sienten vergüenza de
que sus hijos estudien arte
o literatura. Aunque la filosofía y la
literatura han cambiado el
mundo, es mucho más probable que un
padre o una madre se
preocupen porque sus hijos no saben
nada de negocios que
porque reciben una formación
insuficiente en materia de hu-
manidades. Incluso en la Laboratory
School de la Universidad
de Chicago, donde tuvo origen la
experiencia innovadora del
filósofo John Dewey para la reforma
educativa, hay numerosos
padres insatisfechos porque temen que
la escolaridad de sus
hijos nos los prepare bien para la
prosperidad económica.
En este libro, Nussbaum nos alerta
sobre la existencia de una
“crisis silenciosa” debido a que
las naciones, “sedientas de in-
gresos”, deciden “desechar” otras
aptitudes. En la medida en que
se recorta el presupuesto asignado a
las disciplinas humanísticas,
se produce una grave erosión de las
cualidades esenciales para
la vida misma de la democracia.
Nussbaum nos recuerda que
los grandes pedagogos y estadistas
comprendían la importancia
de dichas disciplinas en el momento de
enseñar a los niños y a
las niñas a aplicar el pensamiento
crítico necesario para el ac-
cionar independiente y para el
desarrollo de una inteligencia
resistente ante el poder de la
autoridad y las tradiciones ciegas.
La virtud particular de Nussbaum en
este libro reside en el
modo de utilizar sus conocimientos
profundos sobre filosofía y
teoría de la educación, tanto de
origen occidental como de ori-
gen no occidental. Inspirada en el
pensador indio Rabindranath
Tagore (premio Nobel de Literatura y
fundador de dos institu-
ciones educativas experimentales), pero
también en John Dewey,
Jean-Jacques Rousseau, Donald Winicott
y Ralph Ellison, la
autora crea un modelo de educación
para el “desarrollo humano”,
que se presenta como un elemento
indispensable para la demo-
cracia y para el cultivo de un civismo
de orientación mundial.
Las artes y las humanidades contribuyen
al desarrollo de las
niñas y los niños más pequeños bajo
la forma del juego, pero
también a la formación de los alumnos
universitarios. Nussbaum
afirma que el juego incluso funciona
como fenómeno educativo,
pues les enseña a los niños y a las
niñas cómo pueden relacio-
narse con otras personas sin mantener
el control absoluto.
Según la autora, el “déficit de
comprensión puede combinarse
con la dinámica perniciosa de la
vergüenza y la repugnancia [...y]
la vergüenza es una respuesta casi
universal ante la impotencia
humana”. Por eso, las sociedades que
inculcan el “mito del control
absoluto” en lugar de “la
interdependencia y la ayuda mutua”
sólo intensifican esta dinámica.
Nussbaum nos aconseja que
pensemos como Rousseau, quien sabía
que Emilio debía apren-
der a identificarse con las
dificultades comunes de la condición
humana. El niño debe ver el mundo a
través de distintas pers-
pectivas de vulnerabilidad, cultivando
la riqueza de la imagina-
ción. Sólo así podrá concebir a las
otras personas como seres
verdaderamente concretos e iguales.
Sólo así podrá ser un par
entre pares, comprendiendo la
interdependencia, como lo re-
quieren la democracia y la ciudadanía
mundial. Toda democra-
cia que esté llena de ciudadanos
carentes de empatía engendrará
de manera inevitable más tipos de
estigmatización y marginali-
zación, lo que exacerbará sus
problemas en vez de resolverlos.
RESTO DEL TEXTO AQUi
Comentarios
Publicar un comentario