Ni lo uno ni lo otro
Leonardo Da Vinci
tenía 40 años en 1492 y murió en 1519, sin mencionar ni una sola
vez en sus diarios o notas, el acontecimiento, nada. Ni una sola
palabra sobre la conquista y colonización de estas tierras y sus
habitantes.
El 31 de marzo de 1492
Fernando e Isabel publicaron por medio de las Cancillerías de Aragón
y Castilla dos edictos muy similares por los que obligaban a sus
súbditos de religión judía a abandonar sus reinos si antes del 31
de julio de ese año no se habían bautizado. Después se extendió
este plazo hasta el 2 de agosto a las doce de la noche. Asimismo se
informaba a los cristianos de que si ayudaban a algún hebreo a
desobedecer las órdenes serían castigados con la pérdida de sus
bienes. A los semitas que decidieran no convertirse al cristianismo
el edicto les permitía sacar de la península sus bienes muebles,
salvo caballos y mulas, metales preciosos y moneda española.
Colón zarpó el 3 de
agosto, el día siguiente de su éxodo final.
Antes de cada entrada
militar, los capitanes de conquista debían leer a los indios, ante
escribano público, un extenso y retórico Requerimiento que los
exhortaba a convertirse a la santa fe católica: «Si no lo
hiciereis, o en ello dilación maliciosamente pusiereis, certifícoos
que con la ayuda de Dios yo entraré poderosamente contra vosotros y
vos haré guerra por todas las partes y manera que yo pudiere, y os
sujetaré al yugo y obediencia de la Iglesia y de Su Majestad y
tomaré vuestras mujeres y hijos y los haré esclavos, y como tales
los venderé, y dispondré de ellos como Su Majestad mandare, y os
tomaré vuestros bienes y os haré todos los males y daños que
pudiere...» (3 Daniel Vidart, Ideología y realidad de América,
Montevideo, 1968.)
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