Familias Incestuosas

Independencia 26 de marzo de 2018

Hermanas: Gracias por sus amorosas respuestas. Las familias incestuosas mantienen una ley del silencio tan férrea como la mafia. Si surge alguna mujer lo suficientemente valiente como para hablar de ello, generalmente descubrirá que otras mujeres de su familia también han sido abusadas y chocará contra la negación a hablar de ello. Aunque no estemos de acuerdo sobre el contenido de la carta, si consideramos que para entonces, abril de 2014, iban 6 años desde el momento en el que fui diagnosticada como PSICOPATA por parte de José Manuel Hermoso G. en complicidad con su amigo el psiquiatra Carlos Rojas Malpica, Seis años de una fantasía exculpatoria que José Manuel se dedicó a divulgar a todo títere con cola y que yo tuve que arrancarle de la boca en un viaje que hicimos a Maiquetía en diciembre del mismo 2014. ¿Qué sentido tiene pretender ayudarme de esa manera?, Es como aplicar  cataplasmas de malojillo a un cáncer terminal, sobre todo viniendo de un hombre culto y preparado que no cree en Dios. Sólo la verdad libera o el primer paso a la felicidad es darle la espalda a la mentira. No es volteando para un lado como vamos a salvarnos, aceptándolo, podemos ayudar a prevenir este flagelo. La psicóloga de la Oficina Nacional Antidrogas me solicitó responder a tres preguntas: ¿Quién soy? ,¿Qué quiero? ¿Defectos y Virtudes? Y escribir una carta a mi padre: Hay tragedias que, a pesar de lo cotidianas, pasan por debajo de la mesa camuflándose entre el cuidado de las apariencias, la impunidad y una falsa moralidad. Hablamos del abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes, un delito que mundialmente cobra más de 200 millones de víctimas al año, según cifras que maneja Naciones Unidas, y que pese al escandaloso número, muy poco se ha hecho para reducir su ocurrencia. Más de 200 millones de casos anualmente, de los cuales más del 85% lo cometen personas muy cercanas a la víctima y en más del 66% los agresores pertenecen al núcleo familiar. El abuso sexual infantil es un delito que no exige clase social, no distingue diferencias culturales, religión, de nivel educativo. Hay muchos mitos sobre el tema que adjudican la ocurrencia de este delito a personas que viven en espacios rurales, personas con poco nivel educativo o bajo nivel socioeconómico y nada está más lejos de la realidad. Cualquier persona podría ser un abusador sexual infantil. Puede dedicarse a cualquier oficio, puede ser un excelente vecino, un padre ejemplar, un hijo maravilloso, un tremendo colega, un ciudadano intachable que no tiene ni una multa de tránsito. Lo que hace más peligroso a este depredador, es que regularmente es un ciudadano ejemplar. Es una persona que no sufre ninguna patología, es un error considerar que está enfermo pues lo que manejan es una desviación del gusto. La persona que abusa de un niño, una niña o un adolescente, está perfectamente consciente del daño que está haciendo, pero no sólo eso, él podría evitar llevar eso a cabo. No es un impulso superior o patológico que le lleva a agredir a un niño de una manera irrefrenable, no. Esa persona se puede inhibir en cualquier momento de llevar a cabo esa acción y está plenamente al tanto del daño que le está causando a la víctima. En Venezuela de cada 98 casos de abuso sexual infantil solo se denuncia uno . La prevención es la clave. Según cifras de la Unicef, uno de cada tres niños va a sufrir algún tipo de abuso sexual antes de llegar a la pubertad, las estadísticas son alarmantes. En una hora cerca de 224 niños han sido abusados sexualmente, la cifra corresponde solo a Latinoamérica. A través de innumerables acciones, muchas organizaciones se suman a la lucha por la visibilización de esta problemática que afecta la integridad psicofísica y emocional de niñas, niños y adolescentes, dañando gravemente su autoestima, la autoconfianza y distorsionando la percepción de sí mismo. Niños y niñas víctimas de abuso sexual sienten vergüenza, culpa y se reprochan a sí mismos el abuso vivido, producto de las manipulaciones y amenazas de las que son objeto por parte del agresor. Habitualmente, pasan años hasta que pueden hablar de lo sucedido y contar su dolor. Los peores efectos se presentan cuando es el padre el abusador, porque en ese caso la niña además pierde la confianza en el ser que debe protegerla y que representa su seguridad. Estas niñas se quedan indefensas frente al mundo masculino porque mezclan el sexo con el afecto, con el cuidado, el poder y el cariño. Y todo esto en secreto.

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