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Ésta afirma: “Mi hija es la que vive y tu hijo es el que ha muerto”; la otra dice: “No, el tuyo es el muerto y mi hijo es el que vive.”» Y añadió el rey:—Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada. En seguida el rey dijo:—Partid en dos al niño vivo, y dad la mitad a la una y la otra mitad a la otra. Entonces la mujer de quien era el hijo vivo habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y le dijo:—¡Ah, señor mío! Dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis.—Ni a mí ni a ti; ¡partidlo! —dijo la otra. Entonces el rey respondió:—Entregad a aquélla el niño vivo, y no lo matéis; ella es su madre.

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