FASCISMO EN LLAMAS


Hay un incendio. El incendio afecta a un paraje que amas, cercano a tu hogar. Ves las llamas y te alarmas, es lógico. Ya viste arder esa tierra antes y sabes cuánto cuesta la regeneración del monte después de un incendio violento.
Además sabes que o sofocas pronto el incendio o las llamas acabarán afectando a tu casa y a las casas de tus vecinos, arrasando con todo. Así que te pones manos a la obra.
Con el fuego no se discute, al fuego se le combate.
Pero no con más fuego. Sería una estupidez añadir más fuego al fuego, añadir más de lo que está causando el problema no tiene sentido. No se acaba con el fuego jugando con sus reglas ni asumiendo su juego, necesitamos una comprensión profunda del problema para llegar a la conclusión básica de que en cada situación complicada hay que aportar lo necesario, lo que falta. Es de locos y necios seguir aportando lo que ya hay de sobra. En un incendio no hace falta más fuego, de eso ya hay y mucho. Más fuego no solucionará nada, al revés, acelerará el problema. En un incendio hace falta agua.
Igual pasa con el fascismo. Todos los que dicen que al fascismo no se le discute, se le combate, tienen razón. Pero el germen del fascismo es el miedo que te lleva hasta el egoísmo extremo. Y al miedo, como al fuego, no se le combate con más miedo. Es una estupidez ridícula que solo conseguirá acelerar el proceso de combustión. Al miedo se le combate con amor.
El amor es el agua de este incendio. El amor es el antídoto de esta enfermedad.
Y no te digo que ames al fuego, no. Ama el bosque, ama tu tierra, ama a tus vecinos, a tus hijos, ama tu casa y a ti misma. Si amas todas esas cosas de verdad, buscarás agua, la meterás en cubos y la llevarás hasta donde sea necesario. No hay por qué seguir las reglas fascistas del miedo y la separación, no arreglará nada, además.
Apaga la tele o al menos, no creas a aquellos que te quieren violento y lleno de malestar. Pon en cuarentena las publicaciones en redes que solo quieren paralizarte aumentando tu miedo y tu confusión. No te dejes engañar. Quien quiere que aumente el malestar dentro de nosotros lo hace porque así, llenos de miedo y odio, somos fácilmente manipulables.
No creas a los políticos (da igual de qué signo) que debieron encargarse de que el bosque estuviera limpio, practicable, que fuera seguro, que nos cobijara a todos y sin embargo lo descuidaron y dejaron que se llenara de basura. No salgas ahora a luchar a su lado. No son tus amigos. Te volverán a utilizar.
Te dijeron que eran de izquierdas, pero su única obligación era mantener lo valioso en condiciones y no cumplieron sus promesas, solo se preocuparon de engordar sus cuentas. Bien. Nos engañaron y nos dejamos engañar, porque hemos sido testigos del deterioro del bosque, ¿sabes? Lo hemos visto hacerse añicos y hemos visto como quienes se suponía que debían cuidarlo lo desmantelaron mientras sus bolsillos aumentaban de forma sospechosa.
No vale la pena sentirse mal por lo que ya ha sucedido. Simplemente no les creas más. No son gente de fiar. Mientras este incendio avanza, ellos están en los despachos negociando la recalificación de los terrenos baldíos, intentando sacar provecho de la venta de madera quemada. Eso son, alimañas egoístas a las que les da igual ver el mundo arder si obtienen un pequeño beneficio.
Pero tú y yo amamos ese bosque. Sí. Así es. Y por eso queremos apagar este incendio. Y para hacerlo, tenemos que pensar con lógica, comprender la situación y aportar lo que falta: toda el agua que seamos capaces de encontrar.
Y no debemos despistarnos con el juego de otro. Solo tenemos que poner nuestro amor a caminar. YA, porque es URGENTE. No hay ningún incendio que no lo sea. Nuestra acción amorosa a favor de nuestros vecinos y vecinas más desfavorecidos debe ser constante.
Cada vez que te quejas del incendio, el incendio avanza.
Cada vez que nos contamos lo buenos que somos nosotros y lo malos que son los otros, el incendio avanza.
Cada vez que te dejas llevar por la desesperación y el miedo, el incendio avanza.
Cada vez que compartes lo cabrón que es quién inició el fuego, el incendio avanza.
El fuego necesita oxígeno para seguir avanzando y ese oxígeno es tu atención. No prestes tu atención al fuego de forma constante, eso hace que el incendio avance.
También habría que preguntarse por qué alguien inicia un fuego. El fuego se enciende en la oscuridad y el frío. La gente que prende fuego en un lugar fácilmente inflamable lo hace en parte debido a su ignorancia, pero sobre todo porque siente frío y sabe que estamos a oscuras.
Deberíamos ocuparnos de que haya calor y luz para todos.
No es hora de miedo, no hay por qué alarmarse. Pero sí es hora, ya, ineludible, de tomar nuestra responsabilidad. De saber responder a la situación que se nos presenta.
Toca ser luz. Y agua.
Toca amar.

Patricia Sornosa

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